Una hoja de ruta para luchar contra la basura marina en todo el planeta
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Una hoja de ruta para luchar contra la basura marina en todo el planeta


Las basuras marinas son un grave problema medioambiental en todo el planeta. Para reducirlas, sería preciso aplicar un sistema de monitorización global, consensuar el uso de métodos y protocolos comunes para obtener datos y categorizar todos los componentes de los desechos marinos. Esto implica un enorme esfuerzo científico, político y social a nivel internacional —no asumible con la misma intensidad por todos los países— ante la magnitud de todo lo que aún se ignora sobre la contaminación de mares y océanos, y especialmente del océano profundo, donde se acumula la gran mayoría de las basuras marinas.

Esta es una de las conclusiones principales del artículo publicado en la revista Marine Pollution Bulletin, que tiene como autores principales al catedrático Miquel Canals, de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la UB; Georg Hanke, del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea; Ryota Nakajima, de la Agencia Japonesa para la Ciencia y la Tecnología Marítima y Terrestre (JAMSTEC); Melanie Bergmann, del Instituto Alfred Wegener (AWI) de Alemania; François Galgani, del Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (IFREMER), y Daoji Li, de la Universidad Normal del Este de China (ECNU), entre otros expertos.

El trabajo quiere contribuir a concienciar y convencer de que hay que incluir los desechos marinos —y los del fondo marino en particular— en cualquier directiva, convenio, tratado o acuerdo que se establezca a nivel nacional, regional o global para minimizar la contaminación marina. El fondo marino es el vertedero donde acaban yendo a parar la gran mayoría de los desechos marinos, alertan los expertos.

El foco de la investigación se centra en los macrobasuras —con dimensiones superiores a los 2,5 cm— que se acumulan en los fondos marinos, el gran sumidero de los desechos marinos. Con una gran relevancia ambiental, esta fracción ha sido a menudo obviada ante la avalancha de estudios sobre otras fracciones de tamaño menor (por ejemplo, los microplásticos).

Un problema medioambiental que empieza en tierra firme

Prácticamente todos los mares y océanos están afectados por los desechos marinos y buena parte de los contaminantes llegan por vía fluvial. Los ríos que vierten más desechos se encuentran en el sur del continente asiático (Amur, Hai, Amarillo, Yangtsé, de las Perlas, Mekong, el sistema del Ganges y el Indo) y en África, con el Níger y el Nilo.

Además de las aportaciones por vía fluvial, algunos fenómenos extraordinarios y catastróficos —por ejemplo, el tsunami del este de Japón del mes de abril de 2011— arrastran cantidades altísimas de desechos al océano. La pesca y otras actividades desarrolladas en el medio marino son generadoras continuas de tipos específicos de desechos, como restos de redes, palangres, boyas y neumáticos utilizados como defensas de las embarcaciones.

«En los países en vías de desarrollo, faltos de sistemas robustos de gestión de residuos, el vertido de desechos al medio natural y, por tanto, a la costa y al mar, es moneda corriente, como lo muestran algunos estudios recientes que hemos hecho en ecosistemas de manglar en Colombia», detalla el catedrático Miquel Canals, director de la Cátedra UB de Economía Azul Sostenible.

En los países más desarrollados económicamente, la gestión de los desechos es mucho más efectiva que en los países en vías de desarrollo y con menor capacidad económica. Aunque todos los países quieren un medio ambiente más saludable, la capacidad real para conseguirlo es muy variable y las prioridades económicas cambian en cada caso.

«Por ejemplo —apunta el experto— en países con una renta per cápita baja o muy baja, a menudo muy poblados, la prioridad de alimentar cada día a la población pasa por delante de la prioridad de proteger el medio ambiente. En países más influyentes, a pesar de tener el combate contra la contaminación marina en la agenda de prioridades, la situación también es diversa, puesto que hay muchas variables que influyen en el vertido de residuos en el medio. Por ejemplo, la densidad de población, las condiciones climáticas, la sensibilización social y los componentes culturales.

«En el Mediterráneo, un mar rodeado de humanidad, las cantidades de desechos son elevados en superficie, en la columna de agua y, sobre todo, en el fondo. Algunos lugares, como el estrecho de Mesina, entre Sicilia y el sur de Italia, son verdaderos vertederos submarinos. Cuando hay episodios de lluvias fuertes, el agua arrastra hacia las hondonadas marinas grandes cantidades de desechos vertidos previamente en los barrancos costeros por los residentes, incluyendo los objetos más inverosímiles, desde neveras hasta automóviles, y desde juguetes hasta bolsas de basura», explica Canals.

Una metodología común para contrastar datos

Disponer de datos contrastables y homologables en todas las investigaciones es también un requisito imprescindible para avanzar en la lucha contra la contaminación por basura marina. Pero la falta de un sistema de monitorización global dificulta este objetivo. Para tener una visión general del estado de la cuestión, algunos modelos usan indicadores como la cantidad de desechos plásticos mal gestionados según la cuenca fluvial o el país, la densidad de población o el producto interior bruto.

«Ahora bien, estos modelos dan cifras que a menudo se alejan bastante las unas de las otras», comenta Canals. «Hay que emplear métodos de observación y medida homogéneos y armonizados, y priorizar el uso de tecnologías avanzadas tanto para la observación como para el análisis y la gestión de los datos. También consideramos elementos esenciales la formación local a diferentes niveles y la capacitación (capacity building). En este contexto, la perspectiva temporal es fundamental para determinar los estados o situaciones de referencia o de partida (baselines)».

De cambios en el consumo a la gestión medioambiental

El progreso tecnológico es un aliado en la lucha contra los desechos marinos. La incorporación de tecnologías modernas (sensores y cámaras aerotransportadas, vehículos subacuáticos autónomos y tripulados, sónar de barrido lateral, batimetría de multihaz de muy alta resolución, análisis de imágenes y otros) ha mejorado los procesos para identificar, cuantificar y categorizar los desechos. Es esencial que los datos estén perfectamente georreferenciados y que las tecnologías que utilizamos para obtenerlos sean no destructivas; es decir, que no generen ningún tipo de impacto en los hábitats investigados. A su vez, habría que establecer más sinergias entre el sector académico y las empresas privadas, poseedoras de una enorme cantidad de observaciones, datos e imágenes de desechos marinos adquiridos durante las últimas décadas. Los datos del sector privado podrían contribuir de manera muy efectiva precisamente a la definición de referencias históricas, a los programas científicos de seguimiento y, por lo tanto, también a la identificación de tendencias a largo plazo.

Eliminar o reducir la contaminación por plásticos —el componente principal de los desechos marinos— exige identificar las fuentes emisoras y las vías de transferencia hasta el mar, así como los lugares donde se acumulan en el medio marino. Hay que evitar que los desechos lleguen al mar de forma masiva y no suficientemente controlada —o totalmente incontrolada— como ocurre en muchas regiones del mundo. Por ello, es importante implantar medidas en dirección ascendente (upstream) dirigidas a la producción, los hábitos de consumo y la gestión de los desechos en tierra, tanto a título individual como colectivo. La aplicación de medidas directas en el medio marino—por ejemplo, la extracción de desechos del fondo en grandes cantidades— solo debe hacerse bajo criterios técnicos y medioambientales para evitar un impacto en el medio aún peor.

Más compromiso político para proteger el medio marino

Informar y concienciar al mundo político del alcance y las consecuencias de la contaminación marina por macrobasuras es un paso crítico para poder diseñar e implementar políticas medioambientales reales y efectivas. Es imprescindible transmitir la información más relevante a la clase política para poder generar acciones efectivas en la cadena de valor y uso (productores y consumidores), así como acciones orientadas en el medio marino y costero. En este contexto, las macrobasuras del fondo marino representan un elemento clave de las evidencias que justifican la implantación de medidas de mitigación de alcance global.

En el ámbito europeo hay normativas como la Directiva Marco de la Estrategia Marina —dirigida a alcanzar el buen estado ambiental (BEA) de los hábitats marinos de Europa—, que contiene un descriptor centrado en los desechos marinos, la Directiva relativa a las instalaciones portuarias receptoras a efectos de la entrega de desechos generados por buques y la Directiva relativa a la reducción del impacto de determinados productos de plástico en el medio ambiente.

También hay que citar las resoluciones y decisiones de la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (UNEA), la Alianza Global sobre la Contaminación por Plásticos y Desechos Marinos en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), así como los planes de acción y convenciones sobre mares regionales (RSC), entre ellos el sistema del Plan de Acción por el Mediterráneo y el Convenio de Barcelona para la protección del mar Mediterráneo. «Desafortunadamente, las negociaciones impulsadas por el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP) para la conclusión de un tratado internacional que detenga la contaminación por plásticos, incluyendo el medio marino, acabaron sin acuerdo el pasado mes de agosto en Ginebra», subraya Canals.

«Hoy en día, casi setenta años después de la primera inmersión en el océano profundo en 1958, solo disponemos de imágenes del 0,001 % de los fondos marinos a profundidades de más de doscientos metros, las cuales representan el 66 % de toda la superficie oceánica. Este dato ilustra con claridad la magnitud de todo lo que ignoramos sobre la contaminación por desechos marinos, y del enorme esfuerzo que todavía hay que hacer para tener una visión lo bastante cuidadosa de la presencia y los impactos de los desechos en los mares y océanos del mundo», concluye Miquel Canals.

Hanke, Georg et al. «Out of sight, but not out of mind: Key issues regarding seafloor macrolitter monitoring», Marine Pollution Bulletin, agosto de 2025. DOI: 10.1016/j.marpolbul.2025.118500.
Attached files
  • Consensuar una metodología común para obtener y contrastar datos, incluir la basura marina en todos los acuerdos y directrices de protección medioambiental y una mayor implicación de la clase política son puntos clave para evitar que los desechos marinos se sigan acumulando en los océanos y, especialmente, en los fondos marinos, parte de los cuales son ya auténticos vertederos. Foto: JAMSTEC
  • Disponer de datos contrastables y homologables en todas las investigaciones es también un requisito imprescindible para avanzar en la lucha contra la contaminación por basura marina. Imagen: Marine Pollution Bulletin
Regions: Europe, Spain, Germany, Italy, Asia, China, Latin America, Colombia, North America, United States
Keywords: Business, Agriculture & fishing, Health, Environmental health, Science, Agriculture & fishing, Environment - science, Life Sciences

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