A medida que el cuerpo envejece, la actividad del tejido adiposo pardo disminuye, ya no se queman tantas calorías y esto puede favorecer la obesidad y algunas patologías cardiovasculares crónicas que se agravan con la edad. Un estudio liderado por la Universidad de Barcelona ha identificado un mecanismo molecular que es clave en la pérdida de actividad de la grasa parda durante el envejecimiento. El trabajo abre nuevas perspectivas para diseñar estrategias que permitan potenciar la actividad de este órgano y evitar las enfermedades metabólicas y cardiovasculares crónicas durante el envejecimiento de la población.
La investigación, publicada en la revista Science Advances, la lidera el profesor Joan Villarroya, de la Facultad de Biología y el Instituto de Biomedicina de la UB (IBUB) —con sede en el Parque Científico de Barcelona-UB — y el Área de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición del CIBER (CIBEROBN). También colaboran equipos de la Escuela de Medicina Albert Einstein de Nueva York (Estados Unidos).
Tejido adiposo pardo: ¿cómo evitar su inactivación durante el envejecimiento?
El tejido adiposo pardo es el principal órgano capaz de producir calor corporal a partir de las grasas (termogénesis). Tiene una función protectora contra la obesidad, la diabetes de tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares, y se activa ante determinados factores —como frío o estímulos de la dieta—, en los que el organismo reacciona incrementando la metabolización de calorías ingeridas en exceso. Ahora bien, todavía es una incógnita conocer los mecanismos moleculares que hacen disminuir su actividad durante el envejecimiento.
El nuevo estudio, llevado a cabo con modelos animales, revela que la activación termogénica de la grasa parda está asociada al aumento de un proceso celular conocido como autofagia mediada por chaperonas (CMA), que potencia la degradación selectiva de proteínas específicas.
Durante el envejecimiento, disminuye la autofagia mediada por chaperonas y esto causa una pérdida de la actividad del tejido adiposo pardo. «Por tanto, actuar sobre la autofagia mediada por chaperonas puede tener una acción clave en modular la actividad de este tejido», detalla el profesor Joan Villarroya, del Departamento de Bioquímica y Biomedicina Molecular de la Facultad de Biología.
«La función de la autofagia mediada per chaperonas es la eliminación selectiva de proteínas. Lo que hemos observado es que este proceso se encarga de la degradación de estas proteínas represoras, y así hace posible la actividad de la grasa parda», expone Villarroya.
Durante muchos años, se ha intentado diseñar fármacos capaces de activar el tejido adiposo pardo para evitar su declive, pero hasta ahora las diferentes opciones generaban efectos secundarios no deseados. «Afortunadamente, ahora empiezan a haber fármacos experimentales eficaces para modular la autofagia mediada por chaperonas», indica Villarroya.
«En nuestro estudio se han tratado ratones que envejecen con estos fármacos y se ha logrado que el tejido adiposo mantenga su actividad, y mejore el metabolismo a pesar del envejecimiento».
Futuros fármacos para tratar pacientes
Por ahora, hay disponibles algunos fármacos de uso preclínico diseñados para activar este proceso, desarrollados originalmente para el potencial tratamiento de enfermedades neurodegenerativas, donde a menudo se acumulan proteínas con acción patológica.
En la vertiente clínica, se podría plantear el uso de estos compuestos para evitar la inactivación de la grasa parda con el envejecimiento o en otras condiciones en las que la baja actividad del tejido adiposo pardo tiene consecuencias patológicas, como la obesidad o la diabetes.
Por ello, el equipo investigador está abordando de qué modo se podría actuar sobre la autofagia mediada por chaperonas para potenciar el gasto de energía metabólica y controlar así la obesidad y sus efectos cardiometabólicos negativos. «Estas líneas de investigación las estamos desplegando tanto en modelos experimentales como con unos primeros estudios en pacientes, en colaboración con varios hospitales», concluye Joan Villarroya.