Un estudio publicado en la revista
Journal of Medicinal Chemistry presenta una nueva familia de compuestos candidatos para el tratamiento del alzhéimer y del dolor, que ha mostrado efectos prometedores en ensayos con modelos animales. Investigadores de la Universidad de Barcelona han liderado un equipo multidisciplinar que ha diseñado, sintetizado y validado farmacológicamente estas moléculas que modulan una diana terapéutica muy poco estudiada, los receptores imidazólicos I2, los cuales se encuentran alterados en numerosas enfermedades que no tienen tratamientos farmacológicos efectivos. Según los investigadores, el nuevo compuesto tiene las «características necesarias para progresar en fases preclínicas y poder situarse como un potencial fármaco antialzhéimer o un analgésico con un mecanismo de acción novedoso».
El nuevo trabajo está coordinado por Carmen Escolano, catedrática de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación y miembro del Instituto de Biomedicina de la UB (IBUB), y cuenta con la participación de Mercè Pallàs y Christian Griñán-Ferré, investigadores del Instituto de Neurociencias de la UB (UBNeuro) y del Área de Enfermedades Neurodegenerativas del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBERNED), entre otros expertos de la misma facultad. También han colaborado investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona, del Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona (ICMAB-CSIC), la Universidad del País Vasco, el área de Salud Mental del CIBER (CIBERSAM), la Universidad de Granada, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Santiago de Compostela, la Universidad de las Islas Baleares, la Fundación MEDINA Centro de Excelencia en Investigación de Medicamentos Innovadores de Andalucía, la Universidad de Belgrado (Serbia) y la Katholieke Universiteit Leuven (Bélgica).
Mejora de los marcadores bioquímicos sin efectos tóxicos
Los receptores imidazólicos I2 se localizan en diferentes órganos y se ha demostrado que participan en múltiples procesos fisiológicos (analgesia, inflamación, desórdenes del sistema nervioso, etc.). De hecho, sus niveles se encuentran alterados en enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson, y su modulación ha mostrado tener impacto en el dolor, por lo que estos receptores se han identificado como potenciales dianas farmacológicas. El nuevo estudio es el resultado de un exigente proceso de química médica, que ha incluido procesos sintéticos, estudios farmacológicos, computacionales y de toxicidad, lo que ha llevado a los investigadores a desarrollar compuestos con una elevada afinidad y selectividad hacia los receptores imidazólicos I2.
Estos compuestos candidatos han sido evaluados en estudios preliminares en modelos animales tanto de enfermedad neurodegenerativa como contra el dolor, en los que han demostrado ser muy eficientes y no tener efectos tóxicos. «Un modelo murino de alzhéimer tratado con uno de los nuevos compuestos seleccionados ha mostrado una mejora cognitiva y de los marcadores bioquímicos de la enfermedad», explica Carmen Escolano. «Este compuesto también ha mostrado propiedades analgésicas en un modelo murino de dolor, sin efectos secundarios a nivel motor».
Se trata de moléculas que son estructuralmente diferentes a las utilizadas hasta el momento para interaccionar con estos receptores. «Tener moléculas altamente afines y selectivas para estos receptores permite describir cuál es su implicación farmacológica en enfermedades como el alzhéimer y el dolor y proponer fármacos que mejoren su tratamiento», añade la investigadora.
Un mecanismo de acción conocido
Otro de los elementos destacados de la investigación es que el compuesto tiene un mecanismo de acción novedoso, que ha sido validado por diferentes estudios previos. Para los investigadores, estos resultados suponen una ventaja en el desarrollo de nuevos agentes terapéuticos. «Describir mecanismos de acción novedosos permite la propuesta de nuevas moléculas que, después de sufrir procesos de mejora, se pueden convertir, tras años de investigación, en nuevos fármacos para curar enfermedades que necesitan alternativas terapéuticas», destaca Carmen Escolano. «El desarrollo de nuevas herramientas como las que presentamos en este trabajo, que permiten modular dianas terapéuticas con implicación en determinadas enfermedades, es la puerta a estos nuevos fármacos».
En este sentido, los investigadores ya trabajan en la caracterización completa de los receptores imidazólicos I2 para poder modularlos de una manera «muy eficaz y selectiva, lo que abrirá el campo al desarrollo de nuevas moléculas para diferentes indicaciones terapéuticas», concluye la investigadora.