Para hacer frente a la crisis económica provocada por la pandemia de COVID-19, la Unión Europea lanzó en 2020 el
plan de recuperación Next Generation EU. En España, ese plan se ha articulado en inversiones que pretenden aumentar la
productividad y el
crecimiento hacia una
sociedad más verde, digital e inclusiva. Estos objetivos coinciden con el conocido como
Pacto Verde Europeo, presentado antes de la pandemia, y que introduce la idea de una doble transición: verde y digital.
Dentro del plan de recuperación español, los
PERTE (proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica) —12 proyectos en total— engloban medidas destinadas a
fortalecer ámbitos estratégicos, como es el caso de las energías renovables. En febrero de 2025, los fondos comprometidos de los proyectos de este ámbito superaban los
8.400 millones de euros, la mayor cantidad de todo el conjunto.
Una
investigación de la Universitat Oberta de Catalunya (
UOC), publicada en abierto,
ha analizado 263 proyectos financiados por este
PERTE —denominado PERTE de
energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento— en los que se incluían tecnologías digitales, para averiguar en qué medida estas iniciativas conseguían el objetivo de la doble transición que persigue la UE: energética y digital.
"En nuestro estudio vemos que
no hay una transición en el sentido de dejar de usar combustibles fósiles y sustituirlos por fuentes de energía renovables, sino que se añade el consumo de fuentes de energía renovables al ya existente de combustibles fósiles, que sigue creciendo", explica
Zora Kovacic, investigadora del Lab Urban Transformation and Global Change Laboratory (
TURBA Lab) de la UOC y coautora del estudio, que se publica en la revista
Environmental Science & Policy.
El análisis muestra que la dificultad de sustituir una fuente energética por otra no es cuestión de una insuficiente digitalización. Kovacic, quien también es profesora de los
Estudios de Economía y Empresa, pone como ejemplo el
transporte. "La clave no es la digitalización: tanto un motor a combustión como uno eléctrico pueden usarse en un vehículo con tecnologías digitales. Se espera que la digitalización aporte respuestas a un reto tan complejo como es la transición energética, pero la digitalización no es más que una respuesta parcial", afirma.
Los retos de la doble transición
En el estudio, del que es coautora
Cristina García Casañas, también investigadora de TURBA Lab, las autoras incluyeron proyectos cuyas resoluciones de financiación se publicaron entre 2020 y septiembre de 2023. Dentro de esos proyectos relacionados con la transición energética, las investigadoras identificaron las tecnologías digitales a las que hacían referencia: inteligencia artificial y robótica inteligente, tecnologías basadas en datos, internet de las cosas, infraestructura de computación, software y servicios tecnológicos, tecnología de registros distribuidos y realidad aumentada y metaversos.
Basándose en estos proyectos, las autoras analizaron tres cuestiones: qué implica en la práctica la
digitalización del sector energético español, en qué medida
contribuye la innovación digital a la transición energética y si la innovación digital en el sector energético confirma la hipótesis de que los
beneficios se socializan, siguiendo la idea de una transición energética justa.
El análisis destaca que, a pesar del entusiasmo que existe en torno a la innovación digital, y aunque los proyectos analizados tienen un lapso de tiempo demasiado corto para juzgar si la digitalización puede contribuir o no a la transición energética,
las perspectivas pueden ser similares a las de las redes eléctricas inteligentes (
smart grids), que llevan
dos décadas desarrollándose
sin resultados claros para la sostenibilidad.
"El reto no es conseguir la doble transición, sino lograr
que las dos transiciones no generen más problemas de los beneficios que aportan: la digitalización tiene costes muy grandes de energía, agua y materiales raros si se implementa a gran escala, como parece querer la transición digital, y puede crear importantes problemas ambientales", mantiene Kovacic.
Los más beneficiados por la financiación "verde"
Respecto a la posible socialización de beneficios, el análisis muestra la creciente participación de los desarrolladores de tecnología y de los agentes privados. Las
convocatorias analizadas financian, sobre todo, consorcios (82 % de los proyectos), que a menudo están liderados por
empresas del sector energético como Naturgy, Repsol, Técnicas Reunidas, Iberdrola y Cuerva Energía. Según el estudio, es inevitable que los operadores y propietarios de la red eléctrica sean los principales beneficiarios de la financiación destinada a transformarla.
"Desde el discurso político se vende que dirigir la digitalización hacia los grandes retos sociales es una forma de socializar beneficios, pero, en la práctica, por cómo se diseña e implementa la política, queda claro que eso es difícil de conseguir", destaca Kovacic.
Aunque la investigación se centra en el caso español, las autoras afirman que este estudio es relevante para todos los países de la UE que han recibido fondos del programa Next Generation EU, ya que este exige que la financiación se destine a las transiciones verde y digital. También puede ser útil para países de fuera de la UE, como Brasil, India o Sudáfrica, que desarrollan proyectos de redes inteligentes.
La investigación forma parte del proyecto DEMO —sigla de The Digital Turn in Environmental Governance: Insights from the Energy and Agri-food Systems, es decir, "El giro digital en la gobernanza ambiental: perspectivas desde los sistemas energético y agroalimentario"—, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación con fondos Next Generation para la doble transición.
Esta investigación favorece el objetivo de desarrollo sostenible (ODS) 7, de energía asequible y no contaminante.
La investigación de la UOC
La UOC investiga, con una marcada especialización en el ámbito digital, para incidir en la construcción de la sociedad del futuro y contribuir a las transformaciones necesarias para hacer frente a los desafíos globales.
Los más de 500 investigadores e investigadoras y más de 50 grupos de investigación se articulan en torno a cinco unidades de investigación para abordar cinco misiones: Cultura para una sociedad crítica, Educación a lo largo de la vida, Salud digital y bienestar planetario, Tecnología ética y humana y Transición digital y sostenibilidad.
Además, la universidad impulsa la transferencia de conocimiento y el emprendimiento de la comunidad UOC con la plataforma Hubbik.
Los objetivos de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas y el conocimiento abierto son ejes estratégicos de la docencia, la investigación y la transferencia de conocimiento de la UOC. Más información: research.uoc.edu.